La duquesa rogó a Don
Quijote que le delinease y describiese, pues parecía tener felice memoria, la
hermosura y facciones de la Señora Dulcinea del Toboso, que según lo que la
fama pregonaba de su belleza, tenía por entendido que debía ser la más bella criatura
del orbe y aún de toda la Mancha. Suspiró don Quijote oyendo lo que la duquesa
le mandaba y dijo: Si yo pudiera sacar mi corazón y ponerle ante los ojos de
vuestra grandeza aquí sobre esta mesa y en un plato, quitara el trabajo a mi
lengua de decir lo que apenas se puede pensar, porque Vuestra Excelencia la
viera en él toda retratada.
La duquesa insiste: ...
nunca vuestra merced ha visto a la señora Dulcinea, y esta tal señora no es en
el mundo, sino que es dama fantástica, que vuestra merced la engendró y parió
en su entendimiento y la pinto con todas aquellas gracias y perfecciones que
quiso.
En eso hay mucho que
decir, respondió don Quijote, Dios sabe si hay Dulcinea o no en el mundo, y si
es fantástica o no es fantástica. Y éstas no son cosas cuya averiguación se ha
de llevar hasta el cabo. Ni yo engendré, ni parí a mi señora, puesto que la
contemplo, como conviene que sea una dama que contenga en sí las partes que
pueden hacerla famosa en todas las del mundo.
Pues, yo no estoy
encantado, ni lo puedo estar según buen discurso, ella es la encantada, la
ofendida y la mudada, trocada y trastocada, y en ella se han vengado en mí mis
enemigos, y por ella viviré yo en perpetuas lágrimas hasta verla en su prístino
estado.
Miguel de Cervantes
El primer día Dama, que
te vi, cuando quisiste mostrarte a mí, aparté de mi corazón toda imagen ajena,
todos mi quereres se confortaron a ti, la dulzura de tu risa y tu simple mirada
han puesto en mí tal querer, ¡oh mi Dama! que me he olvidado en mí mismo y del
universo.
Guillem de Cabestany
Esto es lo verdadero
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